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miércoles, 25 de abril de 2012
¿Te he dicho alguna vez que te quiero...?
¿Te he dicho hoy que te quiero?, ¿te lo he dicho ayer?, ¿antes de ayer?, ¿cuándo fue la última vez que te lo dije?, ¿cuándo fue la última vez que te dije todo lo que me has dado? Puede que sean días, semanas, la última vez que te dije lo guapa que estás o lo elegante que vas con esa falda. Puede que sean meses, años, la última vez que te dije lo buen amigo que eres, lo bien que me hizo aquel favor al que tú no diste la mínima importancia. Puede que fuera nunca que te diera las gracias por aquel detalle inesperado, o por aquel gesto que suavizó toda la tensión que tenía acumulada. Puede que jamás te regalara con una tímida sonrisa cuando me diste los buenos días uno de esos en los que todo lo ves gris, o que me cediste el paso para que no tropezara...Son tantas los detalles que no he agradecido, son tantos los días en los que callé palabras que te hubieran hecho feliz, tantos gestos que silencié y que hubieran despejado cualquier duda...
Todos los días cruzo por ese lugar donde un día encontré esa frase sobre un muro que no sé cuánta gente mira y no sé cuánta gente lee. Y me da vueltas hace mucho, revoloteando como un torbellino de bofetadas que quisieran despertarme. Soy de esas personas que necesitan, de vez en cuando, una bofetada que me despierte de mi letargo.Y ha sido esta sencilla frase. Hace tiempo que decidí que debía exteriorizar mis sentimientos y decir tantas cosas a la que gente que amo, a mi mujer, a mis hijas, a mis amigos, a mis compañeros, a la gente que encuentras, cara a cara, por la calle. Pero están tan enquistados los sentimientos que cuesta hacer que afloren y no sentir vergüenza por ser cariñoso, amable. Me siento bien cuando dejo que la espontaneidad discurra como un río de agua fresca, pero aún la dejo escapar solamente gota a gota.
Y propongo... me propongo iniciar una cadena de sonrisas, todos los días, llueva o haga sol, desde primera hora de la mañana hasta las horas de los sueños, regalar sonrisas, besos, abrazos, pequeños contactos o simplemente gestos que hagan sentirse bien a la gente porque, como decía la canción de Victor Manuel: "¿A dónde irán los besos que guardamos, que no damos...". Seguramente al limbo de los deseos perdidos.
Por cierto, ¿ te he dicho alguna vez que te quiero...?
jueves, 16 de febrero de 2012
Château de la Valette.
Hace muy poco, en navidades, andaba
buceando en Google maps, melancólico, recordando viejos tiempos.
Visitaba con el programa el Château de la Valette, en Pressigny les
Pins, un pueblecito no muy lejos del río Loira. Era una enclave con
mucho encanto a donde fui a parar, con muchos compañeros de
Universidades Laborales, para hacer un curso de francés. Y allí nos
encontramos con alumnos de un colegio de Madrid.
Pues bien, hace apenas unos días, a
principios de febrero, me encuentro un mensaje en Facebook de una
persona, Rafa Pestano, que me pide amistad. Y ese nombre no se me
había borrado. Era uno de los amigos que hice en Francia aquel mes
de julio de 1976... sorpresas que da la vida....Y me dice que han
creado en Facebook un grupo con la gente que van encontrado y que
estuvo aquel verano en el Château de la Valette. Me han agregado al
grupo y he encontrado algunas personas de las que aún recordaba su
nombre y otros de los que no, pero hay una corriente de simpatía, de
bien estar, acogedora y amable que me hace sentir bien entre los
pocos ratos que puedo comunicarme con ellos. Me resulta agradable ver
fotos de aquella época, recordar buenos momentos. Recordar las
clases de por la mañana, las actividades de la tarde, el teatro (
con la obra “ La Jaula” que reescribimos en francés o Antígona
que representó el otro grupo), la música y los güateques en la
buhardilla. Entre la música que escuchábamos en aquellos momentos
había un disco “Mégalopolis” de Herbert Pagani que, por
entonces, estaba prohibido en España y fue icono entre nosotros. Y entre las canciones había
una de la que recordaba un poco la letra que decía algo así: “Tu
ne sais pas faire la cuisine, tu ne sais pas faire le ménage, tu ne
sais rien faire pour ton âge, mais tu fais si bien l'amour.....”.
Me ha encantado volver a
escucharla......
viernes, 13 de enero de 2012
La ventana
Hoy soy yo quien mira tus ojos. Ojos que miraron tantas miradas, ojos que guardaron de tantas miradas con el velo nictitante que cubrió sus vergüenzas.
Hoy sueño los habitantes que reflejaron tus cristales en las noches oscuras, y la luz les traicionó.
Veo al niño que descubrió su primer amor a través de ti y dibujó con el dedo un corazón y unas iniciales en el vaho que se formó en una fría tarde de abril.
Un joven cercenó tu voluntad protectora y te abrió de par en par, asomándose inquieto mientras los minutos se paraban ingrávidos de tanto esperar.Vibraste con los latidos de su corazón cuando la vio llegar, te cerró de golpe y lo viste correr calle abajo.
En los días grises fuiste el pañuelo que empapó las lágrimas de soledad y olvido.
Tras de ti, el primer beso y el último, las caricias tiernas y el desasosiego por la espera, los momentos simples de cada día y la celebración de algo especial, los días largos y los instantes breves, el amor y el desamor.
En la vejez te olvidaron y el tinte del tiempo te dio la pátina de lo inolvidable mientras la vida dentro se enlentece hasta detener las horas con la muerte.
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Foto: B. Cruz . Mogarraz (Salamanca) |
lunes, 28 de junio de 2010
Luna
Merece la pena asomarse a la ventana esta noche en busca de un poco de locura, y ver la luna al acecho de los locos, de los tristes, de los desenamorados..... y también de los alegres, los optimistas, de los que recogen todo en una bolsa y dejan la casa de sus sueños, y de los que entran en una casa nueva donde les espera un nuevo amigo; de los que abren su ventana al viento, de los que la cierran por miedo a la brisa de la noche; de los que se buscan cada día para ser más ellos mismos, de los que se esconden de sí mismos; de los que se gustan y así gustan a los otros, de los que se odian; de los que parecen ser perfectos y es solo apariencia; de los que se saben imperfectos, buscan su perfección y saben que nunca llegarán a ella pero lo intentan cada día al levantarse de la cama; de los que esperan..., de los que desesperan; de los que lo dieron todo por amor, de los que se retiraron por temor o cobardía; de los que tienen la palabra, de los callados...
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Montaje con la luna del eclipse de 17 junio 2011. Foto: B. Cruz |
miércoles, 24 de febrero de 2010
Mi primera lavadora. Venturas y desventuras
Llevaba el primer montón de ropa sucia de mi nueva vida. Y ella estaba allí: quieta, inpertérrita, con aroma húmedo a detergente en polvo y suavizante barato. Me senté en la taza del váter, delante del boca hambrienta de la lavadora. La verdad es que necesitaba evacuar la ansiedad que tenía. Y casi me cagué (con perdón) de miedo. Vi dos teclas. Fabuloso, una para encender y apagar la lavadora, sencillo. La otra...ah, claro!frío, caliente, frío, caliente.... A la derecha el programador. ¡No jodas!, ¡cuántos números!: del 1 al 15. Salí corriendo. Busqué en todos los cajones de la casa y nada. ¿Dónde coños andará el libro de instrucciones? Volví cabizbajo hacia el cuarto de baño y volví a sentarme en el váter. Me bajé los pantalones, por si acaso... No hay otra salida, lo pondré en el medio, en el 7 y a ver qué pasa. Metí la ropa. Eso sí, sabía que la ropa clara no debe ir con la oscura y así lo hice. Abrí el cajón de las cubetas: dos grandes y dos pequeñas. Llené las dos cubetas grandes con detergente y las dos pequeñas con suavizante.
Enchufé la lavadora a la luz. El botón de paro estaba pulsado y aquello no echaba a andar. Pulsé de nuevo, el botón salió y se encendió una luz roja. Me pareció extraño pero comencé a oir cómo el agua entraba y todo parecía ir bien. Y el botón del agua fría/caliente, ¿debe estar pulsado o no?. Bueno, dios dirá.
Me marchaba cuando comenzó a salir abundante espuma de las cubetas que chorreaba hasta el suelo. Paré la lavadora. Abrí las cubetas y había un montón de polvo apelmazado. Lo deshice con la mano, cerré el cajón y volví a poner en marcha la lavadora. No quise mirar hacia atrás y me marché.
Al cabo de una hora y media aquello no había acabado. Me empecé a preocupar.Y más cuando al llegar vi un montón más de espuma casi seca que caía desde el cajón de las cubetas.
Tras casi dos horas había acabado. ¡Ya está bien!. Y ¿por qué una de las cubetas todavía estaba llena de detergente y también una de las cubetas del suavizante? Cosas de la tecnología. Esto es más difícil que manejar un ordenador. ¡Qué poco había yo comprendido a mi mujer! Pero ya era tarde.
Saqué la ropa y subí al tendedero. Menos mal que había cuerdas tendidas. Procedí como buenamente pude: los pantalones, los jerseys, las camisas, los calzoncillos. EStos no habían quedado muy bien. Todavía les quedaba un poco colorcillo. La próxima vez pongo más detergente, pensé.
¡Joder! Toda la semana lloviendo, la ropa no se ha secado y no me quedan pantalones para ponerme. Este que es más fino y parece que está más seco, me lo pongo. Un poquito húmedo aún pero con el calorcillo se irá secando. Pero qué frío está el jodío...
Decidí recoger el resto de la ropa y tenderla sobre las sillas del salón para que se secaran. ¡Maldita sea...!Todas las camisas llevan una raya a lo ancho, y también los pantalones. Claro, las cuerdas debían estar hartas de polvo de tanto tiempo sin tender nadie sobre ellas.Bueno, un pequeño cepillado las disimulará un poco. Y el jersey...las mangas parecen haberse dado de sí, casi me tapan las manos.....
Enchufé la lavadora a la luz. El botón de paro estaba pulsado y aquello no echaba a andar. Pulsé de nuevo, el botón salió y se encendió una luz roja. Me pareció extraño pero comencé a oir cómo el agua entraba y todo parecía ir bien. Y el botón del agua fría/caliente, ¿debe estar pulsado o no?. Bueno, dios dirá.
Me marchaba cuando comenzó a salir abundante espuma de las cubetas que chorreaba hasta el suelo. Paré la lavadora. Abrí las cubetas y había un montón de polvo apelmazado. Lo deshice con la mano, cerré el cajón y volví a poner en marcha la lavadora. No quise mirar hacia atrás y me marché.
Al cabo de una hora y media aquello no había acabado. Me empecé a preocupar.Y más cuando al llegar vi un montón más de espuma casi seca que caía desde el cajón de las cubetas.
Tras casi dos horas había acabado. ¡Ya está bien!. Y ¿por qué una de las cubetas todavía estaba llena de detergente y también una de las cubetas del suavizante? Cosas de la tecnología. Esto es más difícil que manejar un ordenador. ¡Qué poco había yo comprendido a mi mujer! Pero ya era tarde.
Saqué la ropa y subí al tendedero. Menos mal que había cuerdas tendidas. Procedí como buenamente pude: los pantalones, los jerseys, las camisas, los calzoncillos. EStos no habían quedado muy bien. Todavía les quedaba un poco colorcillo. La próxima vez pongo más detergente, pensé.
¡Joder! Toda la semana lloviendo, la ropa no se ha secado y no me quedan pantalones para ponerme. Este que es más fino y parece que está más seco, me lo pongo. Un poquito húmedo aún pero con el calorcillo se irá secando. Pero qué frío está el jodío...
Decidí recoger el resto de la ropa y tenderla sobre las sillas del salón para que se secaran. ¡Maldita sea...!Todas las camisas llevan una raya a lo ancho, y también los pantalones. Claro, las cuerdas debían estar hartas de polvo de tanto tiempo sin tender nadie sobre ellas.Bueno, un pequeño cepillado las disimulará un poco. Y el jersey...las mangas parecen haberse dado de sí, casi me tapan las manos.....
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jueves, 11 de febrero de 2010
Bienvenida: Y por qué....
Porque soy un caminante.
Soy un caminante en mi nueva vida, o mejor, en una nueva búsqueda de mi identidad. En este blog iré mostrando muchas cosas que son tan normales para algunas personas y tan nuevas para otras.
Soy caminante porque, físicamente, me gusta andar, hacer rutas, sobretodo por mis Villuercas queridas, y quiero transmitir datos, mis conocimientos, mis sentimientos cada vez que haga alguna de esas rutas por los rincones de mi comarca.
Soy caminante porque cada día es un paso más, siempre hacia adelante. Atrás quedan amores y desamores, sueños y conquistas, grandezas y cobardías. Con ello hemos de vivir pero el caminar exige tirar todos los lastres. En mi blog perderé mis lastres, añadiré experiencias, ilusiones, también desesperanzas porque todo forma parte de la vida...
Debo refundar mi blog, que hace meses comencé y después abandoné. En esos meses muchas peripecias han pasado, algunas quedarán reflejadas aquí, otras se perderán en la desmemoria intencionada del lamento. Rutas, poemas, canciones, fotografías...
Soy un caminante en mi nueva vida, o mejor, en una nueva búsqueda de mi identidad. En este blog iré mostrando muchas cosas que son tan normales para algunas personas y tan nuevas para otras.
Soy caminante porque, físicamente, me gusta andar, hacer rutas, sobretodo por mis Villuercas queridas, y quiero transmitir datos, mis conocimientos, mis sentimientos cada vez que haga alguna de esas rutas por los rincones de mi comarca.
Soy caminante porque cada día es un paso más, siempre hacia adelante. Atrás quedan amores y desamores, sueños y conquistas, grandezas y cobardías. Con ello hemos de vivir pero el caminar exige tirar todos los lastres. En mi blog perderé mis lastres, añadiré experiencias, ilusiones, también desesperanzas porque todo forma parte de la vida...
Debo refundar mi blog, que hace meses comencé y después abandoné. En esos meses muchas peripecias han pasado, algunas quedarán reflejadas aquí, otras se perderán en la desmemoria intencionada del lamento. Rutas, poemas, canciones, fotografías...
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