Llevaba el primer montón de ropa sucia de mi nueva vida. Y ella estaba allí: quieta, inpertérrita, con aroma húmedo a detergente en polvo y suavizante barato. Me senté en la taza del váter, delante del boca hambrienta de la lavadora. La verdad es que necesitaba evacuar la ansiedad que tenía. Y casi me cagué (con perdón) de miedo. Vi dos teclas. Fabuloso, una para encender y apagar la lavadora, sencillo. La otra...ah, claro!frío, caliente, frío, caliente.... A la derecha el programador. ¡No jodas!, ¡cuántos números!: del 1 al 15. Salí corriendo. Busqué en todos los cajones de la casa y nada. ¿Dónde coños andará el libro de instrucciones? Volví cabizbajo hacia el cuarto de baño y volví a sentarme en el váter. Me bajé los pantalones, por si acaso... No hay otra salida, lo pondré en el medio, en el 7 y a ver qué pasa. Metí la ropa. Eso sí, sabía que la ropa clara no debe ir con la oscura y así lo hice. Abrí el cajón de las cubetas: dos grandes y dos pequeñas. Llené las dos cubetas grandes con detergente y las dos pequeñas con suavizante.
Enchufé la lavadora a la luz. El botón de paro estaba pulsado y aquello no echaba a andar. Pulsé de nuevo, el botón salió y se encendió una luz roja. Me pareció extraño pero comencé a oir cómo el agua entraba y todo parecía ir bien. Y el botón del agua fría/caliente, ¿debe estar pulsado o no?. Bueno, dios dirá.
Me marchaba cuando comenzó a salir abundante espuma de las cubetas que chorreaba hasta el suelo. Paré la lavadora. Abrí las cubetas y había un montón de polvo apelmazado. Lo deshice con la mano, cerré el cajón y volví a poner en marcha la lavadora. No quise mirar hacia atrás y me marché.
Al cabo de una hora y media aquello no había acabado. Me empecé a preocupar.Y más cuando al llegar vi un montón más de espuma casi seca que caía desde el cajón de las cubetas.
Tras casi dos horas había acabado. ¡Ya está bien!. Y ¿por qué una de las cubetas todavía estaba llena de detergente y también una de las cubetas del suavizante? Cosas de la tecnología. Esto es más difícil que manejar un ordenador. ¡Qué poco había yo comprendido a mi mujer! Pero ya era tarde.
Saqué la ropa y subí al tendedero. Menos mal que había cuerdas tendidas. Procedí como buenamente pude: los pantalones, los jerseys, las camisas, los calzoncillos. EStos no habían quedado muy bien. Todavía les quedaba un poco colorcillo. La próxima vez pongo más detergente, pensé.
¡Joder! Toda la semana lloviendo, la ropa no se ha secado y no me quedan pantalones para ponerme. Este que es más fino y parece que está más seco, me lo pongo. Un poquito húmedo aún pero con el calorcillo se irá secando. Pero qué frío está el jodío...
Decidí recoger el resto de la ropa y tenderla sobre las sillas del salón para que se secaran. ¡Maldita sea...!Todas las camisas llevan una raya a lo ancho, y también los pantalones. Claro, las cuerdas debían estar hartas de polvo de tanto tiempo sin tender nadie sobre ellas.Bueno, un pequeño cepillado las disimulará un poco. Y el jersey...las mangas parecen haberse dado de sí, casi me tapan las manos.....
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