Hoy cierro heridas
Hoy cierro heridas.
Heridas que son solo mías,
heridas que solo yo lloraré.
Hoy cierro heridas
porque sé que vivir
es una batalla cruenta
y cada dolor es un grito
en el que afirmas estar vivo;
cada lágrima, una lluvia
de humedades fértiles
en el desierto inhóspito
de la desesperanza;
cada gota de sangre
el flujo turbulento
de un volcán que no quiere
ser de piedra y hielo.
Hoy cierro heridas
porque esa es mi lucha,
porque no hacerlo
sería morir despacio,
un poco cada noche,
mientras confundo las estrellas
con cometas de hielo.
Hoy cierro heridas
porque ese es mi deseo,
porque no hacerlo
nublaría mis ojos
y apagaría las miradas
ante las cosas sencillas,
saturaría el olfato
de hedores mortecinos
y olvidaría el aroma
de las cosas que importan.
Hoy cierro heridas... pero
¡qué largo fue este día!
Aun así
Aun cuando el tiempo arrugue
la tersura de tu frente
y se marchite el brillo
pálido de tu piel,
aun así te diré que te quiero.
Aun cuando los silencios
sean más que las palabras
y cada una de ellas olvide
en un segundo su significado,
aun así te diré que te quiero.
Aun cuando el futuro no llegue
más lejos de un mañana
y el presente que nos quede
no sea más que un efímero recuerdo,
aun así te diré que te quiero.
Un beso tuyo
Un beso tuyo
equivocó mi camino.
Se me enredó el norte
en la miel de tus ojos,
estrella polar brillante
de azul inhóspito y frío.
Se me enredaron las palabras
em silencios agrios
y en voces que disipaban aires,
vientos solanos que todo
lo dejaron yermo.
En los recodos del camino
disfruté del tiempo de las flores,
ahogué mi sed en el flujo turbulento
de las pasiones prohibidas,
traicioné y fui traicionado,
olvidé y fui olvidado.
Te encontré en caminos
por donde ningún tren
supo viajar;
allí sentí el ritmo
de sensuales pasos de baile
que jamás ya bailaré.
Un beso tuyo
me enseñó el camino...
Estoy aquí
Estoy aquí,
perdido en lo incierto
de las cosas,
dehojando las flores
como se deshojan
las páginas del calendario
y mientras....,
todo se evapora
como se esparce el humo
de un cigarrillo
y añoro caricias
que se pierden
en palabras...
Fuiste cobarde
perdido en lo incierto
de las cosas,
dehojando las flores
como se deshojan
las páginas del calendario
y mientras....,
todo se evapora
como se esparce el humo
de un cigarrillo
y añoro caricias
que se pierden
en palabras...
Fuiste cobarde
Fuiste cobarde.
y lo fuiste por amar...
por amar a destiempo,
por amar con dudas,
por amar sin rebeldía,
por amar en secreto,
porque no amar
hubiera sido lo difícil.
Fuiste cobarde.
Y lo fuiste por no amar...
por olvidar el amor,
por no amar suficiente,
por no amar con constancia,
por no amar a voces,
porque amar
hubiera sido lo más fácil.
Fuiste cobarde.
Y lo fuiste porque sí,
porque yo necesité de un culpable.
Te fuiste de mí
Te fuiste de mí
como se fue el haliento espeso y grave
que condensa el frío
en un atardecer de enero.
Te fuiste de mí
como se me fue el hilo de una historia
que jamás fue la mía
o que quizás la desmemoria
la dio por perdida
Te fuiste de mí
y mi voz cristalizó,
muda y desgarrada,
en un vidrio de agudas aristas
que segó mi garganta
y mis susurros en tu oído.
Te fuiste de mí
y se quebró mi mirada
en perlas de soledad amargas,
transparencias sutiles
que oscurecieron los días y las noches.
Te fuiste de mí
y sentí el miedo de la noche,
y sentí clavarse en la nuca
la luz pérfida de los astros insomnes.
Te fuiste de mí
y equivoqué los sueños de lugar,
empaqueté las risas y la alegría
en el baúl de las cosas perdidas.
Te fuiste de mí...
de donde tanto te echo de menos...
y lo fuiste por amar...
por amar a destiempo,
por amar con dudas,
por amar sin rebeldía,
por amar en secreto,
porque no amar
hubiera sido lo difícil.
Fuiste cobarde.
Y lo fuiste por no amar...
por olvidar el amor,
por no amar suficiente,
por no amar con constancia,
por no amar a voces,
porque amar
hubiera sido lo más fácil.
Fuiste cobarde.
Y lo fuiste porque sí,
porque yo necesité de un culpable.
Te fuiste de mí
Te fuiste de mí
como se fue el haliento espeso y grave
que condensa el frío
en un atardecer de enero.
Te fuiste de mí
como se me fue el hilo de una historia
que jamás fue la mía
o que quizás la desmemoria
la dio por perdida
Te fuiste de mí
y mi voz cristalizó,
muda y desgarrada,
en un vidrio de agudas aristas
que segó mi garganta
y mis susurros en tu oído.
Te fuiste de mí
y se quebró mi mirada
en perlas de soledad amargas,
transparencias sutiles
que oscurecieron los días y las noches.
Te fuiste de mí
y sentí el miedo de la noche,
y sentí clavarse en la nuca
la luz pérfida de los astros insomnes.
Te fuiste de mí
y equivoqué los sueños de lugar,
empaqueté las risas y la alegría
en el baúl de las cosas perdidas.
Te fuiste de mí...
de donde tanto te echo de menos...
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