A veces, lo más cercano es lo más desconocido, algo que vas dejando para otro día. Pero llegó y merece la pena. Realicé un paseo corto, cómodo y sencillo pero lleno de belleza, sugerentes formas y un espacio verde, húmedo que reconforta, que invita más y más a caminar buscando lugares recónditos donde perderse unos momentos.
El éxito del lugar hace que un domingo no sea el mejor por la cantidad de gente que te encuentras, sobre todo en los alrededores de la charca principal. lo que hace que si se trata de apreciar aves son sea el momento más oportuno, para ello lo mejor es el amanecer o el atardecer, pero aún así ver distintos tipos de patos o las cigüeñas en sus nidos en lo alto de los bolos graníticos es posible y gratificante.
Siempre he sido muy reacio a cierto tipo de arte pero gracias a compañeros y amigos que sí entienden me han hecho comprender que hay que ser abierto al arte, dejarse impresionar, dejarte conmover o a veces incitar otro tipo de sentimientos aunque no sean relativos a la belleza pero sí que te hagan participar, estar activo a favor o en contra , a veces, de ciertas ideas o representaciones pero huyendo lo comercial o de lo fácil. Por eso merece la pena visitar el Museo Vostell y cómo no, me encantó la comida en el restaurante del recinto.
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