Fue una casualidadel conocer el aljibe que visitamos. No sabía nada de su existencia. La intención, aquella mañana, era hacer otra ruta pero mientras paré el coche para hacer una foto a los buitres que estaban esperando los primeros rayos de sol para alzar el vuelo, sobre una cornisa de cuarcita de nuestras sierras, pasaron otros amigos que iban a visitar el aljibe y fotografiarlo. Nos invitaron a ir con ellos, ya que disfrutaríamos de dos personas que se habían ofrecido como guías , concretamente una compañera de instituto, profesora de Lengua, y su padre, naturales de Retamosa.
Sí, extraña el nombre, que he buscado en varios mapas. A simple vista parece relacionado con Aljibe, aunque no puedo asegurar , el nombre Cuevas de la Jive sea una deformación de Cuevas del aljibe. Etimológicamente hablando, aljibe proviene de la palabra árabe hispánica alǧúbb.
La subida entre los alcornoques se realiza a través de una pedrera que dificulta el paso
Atentos al campo, intentando hacer el menor ruido posible, y el encuentro se hace posible. A la vista, no muy lejos de nosotros, aparecen dos muflones que nos miran con desconfianza, pero que aguantan en el sitio mientas nos movemos suavemente.
Llegamos , primero , a una cueva que debió servir como refugio a pastores y su ganado. Es un lugar amplio, con el suelo totalmente estercolado, pero que sirvió de abrigo a los pastores los días de luvia y frío.
Muy cerca de allí, a unos metros en horizontal hacia la derecha desde este abrigo, mirando hacia arriba de la sierra, encontramos una oquedad que es la entrada al aljibe. La bajada no es fácil, aunque son pocos metros hasta encontrar el suelo, lleno de piedras sueltas. No es necesario cuerdas ni ningún objeto para descender.
Una vez dentro el lugar es suficientemente espacioso y en la mayor parte de la cueva, con suficiente altura par estar de pie con holgura. Al principio la visión es nula. A medida que los ojos se hacen a la oscuridad empiezas a apreciar las dimensiones del lugar, la textura y el color, incluso, de las paredes ayudados de las linternas.
El agua es nítida y transparente y no se aprecian corrientes en ella. La tradición que nos cuenta nuestra compañera, que ha hecho de guía en este caso, dice que el aljibe abastece al pueblo de agua a través de un canal enterrado. Sin despreciar para nada esa tradición y los que en ella creen, me parece algo difícil que así sea. No observo salida posible de agua y tampoco la cantidad de agua es tan abundante como para servir de abastecimiento. Pero la fantasía sirvió siempre para explicar cosas difíciles de entender.
Apatece sentarse dentro de la cueva, estar en silencio y formar parte de esa fantasía que todos nos creamos a veces. Es un lugar fresco, agradable para perderse por un día y meditar en solitario.También en compañía.
¿Cómo no? Podemos encontrar fauna interesante. Murciélagos de herradura, sino reconozco mal al animal. Están protegidos y que debemos dejar en su reposo. Es bueno advertir por si algún inconsciente siente deseos de perturbar la tranquilidad de los murciélagos, que la mordedura de estos puede transmitir la rabia, adem´s de recordar que están protegidos y que forman parte importante de los ecosistemas.
Dentro de la cueva se siente cierta magia con la luz y las sombras. Hay que intentar hacer fotos sin flash porque matan los volúmenes y se pierde la atmósfera de la cueva.Hay que salir ya buscnado la luz que entra
Ha sido una agradable sorpresa encntrar este lugar. Hemos andado pocopero me siento feliz y creo que volveré. Desde fuera las vistas son muy bonitas. Vemos Retamosa al fondo.
Al fondo e izquierda, Pico de Villuercas y delante de ella, la Peña de Cabañas del Castillo |
No hay comentarios:
Publicar un comentario