jueves, 18 de abril de 2013

Ruta mixta a la Lorera de la Trucha


Para ver otros detalles visitar :  Ruta a la Lorera de la Trucha




Inicialmente, la idea era hacer una ruta más amplia pasando por la Lorera, que aún no conocía, subir al Hospital del Obispo y bajar por la Calera, Alía hasta encontrar el punto de partida. Este es el área de descanso de la Lorera de la Trucha, que se encuentra junto al río Guadarranque, en la carretera EX-102, de Alía a Puerto de San Vicente. Y decía que la ruta inicial era más amplia, pero me enamoré de la Lorera y eché allí mucho más tiempo del previsto. Y mereció la pena.

Llego con la bicicleta en el coche hasta el Área de Descanso mensionado y allí inicio la ruta en ella









Al poco de iniciar el camino, el valle se abre, con una llanura amplia y verde donde pacen las ovejas relajadamente.
El camino discurre entre la vegetación típica de la comarca: jaras, encinas, robles y descubro abundante romero que está en flor. La Sierra de Altamira a la derecha y las del Hospital del Obispo y de la Palomera a la izquierda. Más adelante hay sembrados cipreses a ambos lados del camino,  que lo hacen más llevadero al ir entre sombras, aunque aún no hace mucho calor.
Atravieso el río por un puente. Poco después, grandes cantidades de madera de pino que parece que lleva mucho tiempo sin sacar y posiblemente pudriéndose.
 Vuelvo a cruzar el río por otro puente y encuentro un antiguo vivero, ya abandonado. A partir de aquí, en la siguiente bifurcación, tomo el carril de la izquierda. Muy pronto encuentro un arroyo, lo que me hace dudar, porque cuando preparé la ruta no me percaté de que tenía que atravesar algún arroyo. La cantidad de agua que lleva es aún abundante, después de la época de lluvias, así es que cuando atravieso el arroyo acabo mojándome los pies. Poco después, encuentro un segundo arroyo y poco más adelante una curiosa casa que
llamé de las chimeneas, con techo de tierra y ondulada que me recordó una de las casas de los "hobbits" (aunque para nada la fachada). Desde aquí se observan ya las peñas de cuarcita que provocan el encajonamiento de la Garganta de la Trucha.

A partir de aquí, el carril emieza a subir. Muy cerca de la casa, en la primera curva, podríamos tomar la bajada hacia la Trucha, pero yo continúo hacia arriba hasta llegar al Collado de la Celadilla. Aquí hay una indicación hacia el Molino de la Trucha. Llego hasta el río, ahora andando, y para atravesarlo tengo que meterme en el agua pues no encuentro un paso a mano para hacerlo.
Pasando el río pronto encuentro la garganta donde empiezo a ver los loros ( Prunus Lusitanica). El agua está fría, limpia, transparente y las raíces de los alisos, fresnos y loros se entrelazan como los brazos de los amigos.                                 
 El loro es un arbolillo de hasta 15 m de altura.
Posee una corteza lisa de color gris oscuro.
Hojas: Hojas ovales de un color verde
oscuro por el haz y verde claro sin brillo por el
envés. Son alternas y borde algo aserrado
Flores: Son pequeñas, compuestas por
cinco pétalos blancos. Se disponen en racimos y
suelen florece entre los meses de marzo y julio.
Fruto: Es una drupa de color verde al
principio que va tomando un color negro en su
madurez. Suele madurar desde el mes de agosto
hasta enero.
Observaciones: lo podemos encontrar en
pequeños bosques de loreras en el curso más alto
del Ruecas y El Brazo. Es una especie relicta,
representante de los antiguos bosques de niebla
terciarios, la laurisilva, que perduran en reducidos
parajes de su antigua extensión original debido a
unas condiciones climatológicas favorables.



 Contínúo aguas arrriba y cada vez la lorera es más densa y mágica:


La anterior es una nueva prueba con Photosynth, aunque tampoco está muy conseguida. Incluso creo que se maneja mejor con el ratón directamente sobre las fotografías ( habrá que seguir intentándolo).
Me quedó una parte sin explorar por no llevar el mapa adecuado. Aunque con la bicicleta continué camino hacia el Hospital del Obispo, después de comer decido dar la vuelta y volver hasta encontrar el punto de partida.
De vuelta, me fijo lo destacado de los quejigos ( y también fresnos), con sus hojas recién salidas, de un verde claro e intenso y que destaca entre el verde más oscuro de las jaras y las encinas.


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