La ruta se inicia en la población de Puente del Arzobispo. Antes de nada visito los molinos de Santa Catalina, a los que se llega siguiendo la margen derecha del Tajo siguiendo por la calle que lleva a la piscina municipal, a cuyo lado están los molinos o atravesando el parque que comienza junto al puente.
Volvemos sobre nuestros pasos y antes de cruzar el Tajo por el puente romano podemos admirar, debajo del ojo más grande del puente, la colonia más importante de avión común del país, mitad de la cual se encuentra en Extremadura pues el río sirve de frontera entre esta comunidad y la de Castilla la Mancha.Cientos de nidos se apiñan debajo del puente.
A pesar del mal estado del agua del Tajo, numerosas especies de aves se dedican a pescar en sus aguas, vigilantes sobre las piedras del río. No conozco las especies. Creo que he de dedicarme a aprender algo sobre aves y utilizar esa guía que hace tiempo me compré:
Nada más cruzar el puente cogemos una pista de tierra. Poco más adelante esta se divide en tres. Tomamos la de la derecha, la más cercaa al Tajo y continuamos por ella. Poco más adelante la pista se convierte en una sencilla vereda. Continuamos por ella hasta encontrar el arroyo del Pedroso. Nada más encontrarle buscaremos un camino que baja hasta el impresionante desfiladero. La bajada la calificaría de difícil, aunque para otros sería sencillamente moderada. Lo primero que vemos son unas "piedras caballeras" en difícil equilibrio:
Podemos apreciar los granitos de grano muy fino o aplíticos que se levantan en paredes rocosas de elevada altura, cuarteados en bloques, dando lugar a "piedras caballeras", que apoyan sobre otras sobre una estrecha base dando la sensación de que en cualquier momento pudieran caer.
Varios charcos y una hermosa cascada jalonan el arroyo, aunque dado que el otoño no ha sido lluvioso lleva poco agua.
Un buen momento para la ruta sería en primavera o verano para darse un chapuzón en sus aguas.
Subimos para poco más adelante volver a bajar hacia el hermoso molino de Pedroso, más bien las ruinas que quedan de él.
Dado que el arroyo lleva poca agua, lo atravesamos y allí tomamos nuestro aperitivo. Desde allí partimos hacia la Fortaleza. Solo hay caminos de animales que se entrecruzan, que se pierden, por lo que intentamos subir e ir por la parte superior de la sierra.
Pronto alcanzamos a ver la fortaleza, donde podemos apreciar su puerta de entrada y las fuertes murallas, desde donde se podía ver el Tajo y controlar la zona.
De vuelta bajamos hasta el arroyo del Pedroso y caminamos por las sendas que van cerca del agua.
En alguna ocasión hay que separarse del arroyo para poder seguir el camino hasta encontrarnos el Puente de los Molinos. Justamente el puente nace en un molino que hay el margen izquierdo del arroyo.
Cruzamos y desde allí subimos un poco hasta encontrar veredas desde las que podemos ir viendo el arroyo hasta encontrar de nuevo el Tajo y el Puente del Arzobispo por el mismo camino que hicimos la ida.