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Ruta al desfiladero del Pedroso
La ruta se inicia en la población de Puente del Arzobispo.
Antes de nada visito los molinos de Santa Catalina, a los que se llega
siguiendo la margen derecha del Tajo siguiendo por la calle que lleva a
la piscina municipal, a cuyo lado están los molinos o atravesando el parque que comienza junto al puente.
Se trata de los Molinos de Santa Catalina, cuyo origen se remonta a los siglos XII - XV. Tienen 11 piedras (con piedras se hace referencia al conjunto de las piedras de la molienda, solera y volandera, con el mecanismo asociado). Me colé por una ventana que estaba rota y me impresionó el interior. Lástima de tantas pintadas. El interior estaba limpio, quizás porque cuando sube el nivel del río, el agua pasa a través del molino y lo limpia. La estructura, el aspecto, me hizo pensar. Algún edificio me pareció totalmente medieval ( con razón, claro, por su origen), pero, de pronto, me pareció recorrer el interior de un zoco árabe, con calles angostas y retorcidas:
Se pueden apreciar algunas ruedas de molino, con los rayones dibujados, algunas aprovechadas, como era costumbre, para cubrir el suelo:
Siento una enorme lástima al ver estos edificios con tanta historia, abandonados cuando sería un interesante recurso educativo, cultural, tecnológico y turístico.
Volvemos sobre nuestros pasos y antes de cruzar el Tajo por el puente
romano podemos admirar, debajo del ojo más grande del puente, la colonia
más importante de avión común del país, mitad de la cual se encuentra
en Extremadura pues el río sirve de frontera entre esta comunidad y la
de Castilla la Mancha.Cientos de nidos se apiñan debajo del puente.
A pesar del mal estado del agua del Tajo, numerosas especies de aves se dedican a pescar en sus aguas, vigilantes sobre las piedras del río. No conozco las especies. Creo que he de dedicarme a aprender algo sobre aves y utilizar esa guía que hace tiempo me compré:
Nada más cruzar el puente cogemos una pista de tierra. Poco más adelante
esta se divide en tres. Tomamos la de la derecha, la más cercaa al Tajo y
continuamos por ella. Poco más adelante la pista se convierte en una
sencilla vereda. Continuamos por ella hasta encontrar el arroyo del
Pedroso. Nada más encontrarle buscaremos un camino que baja hasta el
impresionante desfiladero. La bajada la calificaría de difícil, aunque
para otros sería sencillamente moderada. Lo primero que vemos son unas "piedras caballeras" en difícil equilibrio:
Podemos apreciar los granitos
de grano muy fino o aplíticos que se levantan en paredes rocosas de
elevada altura, cuarteados en bloques, dando lugar a "piedras
caballeras", que apoyan sobre otras sobre una estrecha base dando la
sensación de que en cualquier momento pudieran caer.
Varios charcos y
una hermosa cascada jalonan el arroyo, aunque dado que el otoño no ha
sido lluvioso lleva poco agua.
Un buen momento para la ruta sería en
primavera o verano para darse un chapuzón en sus aguas.
Subimos para poco más adelante volver a bajar hacia el hermoso molino de
Pedroso, más bien las ruinas que quedan de él.
Dado que el arroyo lleva
poca agua, lo atravesamos y allí tomamos nuestro aperitivo. Desde allí
partimos hacia la Fortaleza. Solo hay caminos de animales que se
entrecruzan, que se pierden, por lo que intentamos subir e ir por la
parte superior de la sierra.
Pronto alcanzamos a ver la fortaleza,
donde podemos apreciar su puerta de entrada y las fuertes murallas,
desde donde se podía ver el Tajo y controlar la zona.
De vuelta bajamos hasta el arroyo del Pedroso y caminamos por las sendas
que van cerca del agua.
En alguna ocasión hay que separarse del arroyo
para poder seguir el camino hasta encontrarnos el Puente de los Molinos.
Justamente el puente nace en un molino que hay el margen izquierdo del
arroyo.
Cruzamos y desde allí subimos un poco hasta encontrar veredas desde las
que podemos ir viendo el arroyo hasta encontrar de nuevo el Tajo y el
Puente del Arzobispo por el mismo camino que hicimos la ida.