RUTA AL CASTILLO, CONVENTO Y CASTAÑOS ( Y ALCORNOQUES) DE SALVATIERRA DE LOS BARROS

 

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He intentado minimizar la ruta para hacerla en un día de diario y disponer de poco tiempo.

 Dejo el coche en un lateral de la carretera BA-152 que bordea l aparte superior del pueblo. Allí mismo cojo el camino que es amplio, hasta encontrar otro carril de tierra, cogiendo este otro. Cuidado de no seguir de frente en este cruce. A partir de aquí el camino se hace más pendiente. Pronto, a la izquierda, se desvía el camino al castillo. Llegamos hasta una cancela que podemos abrir y pasar hasta acceder a la misma puerta del castillo, penetrando en las murallas exteriores, prácticamente desaparecidas salvo algún torreón y otros restos. Al parecer, el castillo es propiedad privada, pero está permitido llegar hasta la puerta principal. Es un castillo imponente, relativamente bien conservado , en el exterior al menos, y mucho mayor que otros de los alrededores.

Vuelvo sobre mis pasos hasta encontrar de nuevo el carril que anteriormente abandoné. Queda ya poco para acceder a la parte más alta del recorrido, aunque con una pendiente fuerte.
A partir de cumbrear, el camino avanza suave, un poco cuesta abajo, hasta entrar un un hermoso camino bordeado de nobles alcornoques que forman un túnel sombreado que se agradece en una tarde algo calurosa. Más allá del borde del camino se extienden más alcornoques y verdes castaños que dan una sensación de frescura. El camino transcurre entre claros y sombras, entre rojos, marrones y verdes que apaciguan el espíritu. Los alcornoques parecen abrirse hacia el exterior del camino como para dejarnos paso. El musgo se apodera de las paredes de piedra y todo entre en harmonía en este camino.

Un cartel avisa del cambio de dirección para acceder al convento franciscano de Santa María de Jesús, de los siglos XVI y XVII, según el cartel. Solo quedan algunos muros que dan idea de la grandeza del lugar, de la paz que, seguramente, se respiraba y testigo de todo ellos, la espadaña que aún se mantiene en pie. Poco a poco la vegetación irá apoderándose aún más del convento.

De nuevo, vuelvo sobre mis pasos y continúo el camino poco más porque en poca distancia me encuentro dos puertas metálicas que me avisan que a partir de allí es terreno privado y que está prohibido pasar.
Inicio el regreso hasta Salvatierra, encontrando plantas interesantes como el hinojo, con su olor anisado, el orégano, con un suave aroma o la digitalis. También me percato de la enorme cantidad de mariposas que me salen al paso, síntoma del buen estado ambiental de la zona.

He incluído en el título a los alcornoques porque, aunque no soy quién para cambiar el nombre de una ruta que lleva el nombre de los Castaños, merecen ser mencionados por mérito propio
Estoy descubriendo este año una zona que, a pesar de ser extremeño, me resultaba desconocida y merece ser visitada como es el sur de Badajoz.