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Al
abrazo de Navezuelas
Iniciamos el camino hacia
Navezuelas en el Collado del Brezo. En este collado se halla la ermita de San
Cristóbal. Se trata de una ermita pequeña, de reciente construcción, en cuyo
interior se encuentra, obviamente, San Cristóbal, patrón de los caminantes.
Quizá sea él el que nos lleve hasta atravesar a la otra orilla del río Almonte,
donde se encuentra Navezuelas, al fondo
del valle que se ve desde el collado en una bonita imagen.
Decíamos que partíamos desde el Collado del Brezo y razón
debe tener el nombre porque por aquí abundan los brezos, además de otras
especies vegetales. Encontraremos florecido estos días el brezo colorado (
Erica australis), lleno de fogosidad en las flores, acompañado también del
brezo blanco (Erica arborea), tupido de pequeñas flores blancas. Se trata de
especies de ramas quebradizas y hojas lineares muy pequeñas. De su madera se
hacía un buen carbón para las fraguas y, concretamente de la madera de la erica
arborea, se fabrican las mejores pipas para fumar.
Acompañan a los brezos la jara pringosa ( Cistus
ladanifer) y otras jaras. De la jara pringosa se extrae el ládano, sustancia
que se utiliza en perfumería como fijador de perfumes. Se cuenta que,
antiguamente, se recolectaba el ládano haciendo pasar un rebaño de cabras por
un jaral; a continuación se peinaban las cabras para extraer la resina, si bien
este método dejaba un desagradable
olor “a cabruno” en el ládano.
En
lo alto de las Sierras del Local y de las Villuercas encontraremos una tupida
vegetación de encinas (Quercus rotundifolia) y robles (Quercus pyrenaica)
acompañados de los arbustos antes descritos. Tan tupida es la maraña de plantas
que se hace muy difícil adentrarse en esos lugares caminando.
Pero
si hay un árbol que hay que destacar por su importancia botánica y económica
ese es el castaño ( Castanea sativa). Podemos encontrarlos en largas hileras
que ascienden en parcelas limpias y bien cuidadas hacia sitios casi imposibles
en lo alto de la sierra.
El castaño es un árbol
bien conocido por todos, con ejemplares
de gruesos troncos, corpulento y elevada altura. Sus hojas verdes, de
contorno aserrado y flores que nacen en largas espigas en las axilas de las
hojas. Su gran importancia, en Navezuelas, estriba en la recogida de las
castañas, que se realiza en el otoño. En años buenos se puede sobrepasar la
cifra del millón de kilos de castañas recogidas y comercializadas, lo que
supone una importante fuente de ingresos para el pueblo. Es un placer en el
otoño sentarse a la lumbre, hacer “unos calvotes” y saborearlos al calor de las
llamas, lo que invita al diálogo y a contar historias antiguas, tan perdidas ya
de nuestros recuerdos. También se aprovecha la madera de castaño en las
construcciones ya que es flexible y, sobretodo, duradera, pero es mala para quemar o hacer carbón ya que
se apaga rápidamente.
A
lo largo del camino podemos también encontrar algunos ejemplares de pino albar
( Pinus sylvestris) que se caracteriza por unas acículas cortas y fácilmente
identificables porque del tronco se desprenden
láminas de corteza que dan al tronco un color anaranjado o rojizo. Suele
encontrarse este pino en sierras elevadas.
Vamos descendiendo por un camino amplio por donde corre
el agua por cualquier lugar: manantiales, arroyos. Iremos encontrando troncos
de castaños que nos invitan a pensar en un lugar donde aniden hadas y se
escondan duendes curiosos y tímidos. Como regalo de hadas, si vamos despacio y
con los ojos bien abiertos, podremos disfrutar de algunas especies de orquídeas
y ya hacia el fondo del valle, cerca ya del río Almonte, los duendes nos regalarán con peonías o rosa albardera ( Paeonia broteroi)
para despedirnos.
Cruzamos
el río y vamos , brazos abiertos, hacia Navezuelas. Un pueblo con mucho futuro.
Además de las castañas, producen judías
verdes que compiten con las mejores, y cerezos que estos días nos obsequiarán
con sus flores nevadas. Encontraremos un pueblo trabajador, un pueblo que nos
acoge hospitalario. Seamos bienvenidos y devolvámosle el mayor de nuestros
respetos.
Adiós caminante y que San
Cristóbal te acompañe.
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